ARTE&RUIDO

Arte&Ruido o La desmitificación de los héroes
Belleza, expresión, ritmo, cadencia, arte.
Golpe, exclamación, frecuencia, vibración, ruido.
Arte y ruido, locuacidad visceral, concepción amorosa de la oscuridad, profundo despertar de ácidos parlantes y sintácticos placeres, ardor conceptual e infinito.
Flotar de perros en la lánguida niebla invernal de la carretera. Sueños en el asfalto. Humedad en las hojas muertas.
La inmaculada piel negra de cristal que envuelve el edificio-hombre de Farman Corporation, tiene una herida blanca que sonríe.
Se escucha el murmullo de las antenas. 
Un alambre de voz sombría surca el cielo nocturno de nuestra adorada Suburbia. 
Sus palabras inconexas se fusionan burlonamente mientras una palpitante melodía irrumpe en el ritual, guiando ciegamente todas las conciencias, sin permitirnos comprender la verdadera magnitud de nuestro propio fanatismo, innato, ávido y cruel.
Alcanzar el olvido impedirá recordar. Los jinetes cabalgarán esta noche con vehemencia porque quieren incendiar almas hasta la saciedad.
Dadá permanecerá toda la noche a la escucha. El acero se reblandece en su regazo incandescente. Tampoco diría conciliador.
Sonidos convexos inundan el ambiente al golpear la estructura con el martillo amoral. La materia es abstracta sin duda. Es preciso morder mucho.


Pasado cierto rato el estipulador axiomatiza su estipulación y todos se lo agradecen
Se aboga por la oxidación prematura de los cerrojos mentales mientras el amor y el odio se abrazan dolorosamente, alterando de manera imprevisible el orden natural de los acontecimientos.
25HOMBRES están vigilando.
Al contemplar el ruido escuchamos el arte, y los extraños relatos se van sucediendo en una confusión lógica que absorbe los sentidos y nutre el subconsciente en el apogeo de una armonía acuosa.
La mirada asfaltada que nos aprisiona se agrieta y se derrumba ante nosotros La verdad está en los manicomios.
Los seres sin nombre se han rebelado. Los grandes monumentos han sido destruidos. Se han roto las lanzas de las tropas de asalto. El salón del trono está lleno de cieno. Los héroes mendigan ahora por las calles del olvido, encorvados bajo el peso de sus propios mitos.
El tiempo discurre en diferentes direcciones, pero siempre llega al mismo destino. La sombra escuálida del campanario señala las doce. Se oye una música entrecortada.

Las negras voces de los jinetes se pierden en el horizonte mezclándose en la lejanía con los demás sonidos que reptan en la noche.
Luego, soñaremos que paseamos abstraídos contemplando los vestigios de la España oscura, mientras inhalamos un humo antiguo y delicioso.
Bona nit, que vagi bé.
2003-2010